Cristina y Alejo. Nacimiento junio 2018
Somos Alejo y Cristina y nos casamos en julio de 2015. Yo soy científica marina y Alejo es ingeniero.
Desde el principio estábamos deseando que llegaran los niños. Pensábamos que sería fácil, nunca nos planteamos que nos fuera a costar o que no fuéramos a poder tener hijos, me imagino que como cualquier matrimonio recién casado. El tiempo fue pasando y empezamos a preocuparnos.
A los seis meses fuimos a hablar con nuestro médico de cabecera y nos dijo que llevábamos muy poco tiempo intentándolo, que ambos estábamos bien (esto lo afirmó sin ninguna prueba analítica) debíamos esperar a que pasara un año, es lo que marca el protocolo.
Mientras tanto, una amiga matrona, (en la actualidad es monitora del modelo Creighton), me habló del reconocimiento de la fertilidad por medio del método Sintotérmico, me explicó cómo realizarlo y empecé a usarlo.
Como ya había pasado un año, volvimos al médico de cabecera, y este nos derivó directamente a fertilidad. En fertilidad nos hicieron una analítica a mí y un espermiograma a Alejo. Directamente nos recomendaron la fecundación artificial, aunque ninguna de las dos pruebas había salido mal del todo. Nosotros decidimos ir a fertilidad por el mero hecho de que nos hicieran un estudio más profundo no por querer someternos a un tratamiento como tal.
Mientras tanto iban pasando los meses, yo seguía con el método Sintotérmico (lo haría durante unos seis meses más), me resultaba un poco complicado seguirlo por mi situación personal «de estrés» causado por el trabajo del momento. Esto afectaba directamente al ciclo, por lo que hacía muy difícil la interpretación de mis gráficas.
Fue entonces, cuando mi amiga matrona se empezó a formar en el modelo Creighton y me lo recomendó. Empecé a aprender cómo se registra. Al poco tiempo de empezar con el Creighton, me derivaron a la Dra. Mena, ya que mis gráficas eran muy raras, igual que me pasaba con las gráficas del método Sintotérmico. Y así empecé con la Naprotecnología, año y medio, o algo más, después de casarnos. Lo buenos de este paso es que me puse en contacto con un especialista de Naprotecnología que sabía interpretar las gráficas.
El inicio no fue nada fácil, ya que te mandan muchas pruebas que debes realizar en días concretos del ciclo y eso, unido a la desilusión que sientes por no ser madre aún, después de un tiempo ilusionada intentándolo, es muy duro. En mi caso tuve incluso que dejar mi trabajo, ya que era contraproducente.
Aunque pasaba el tiempo, el hecho de sentir que estaba haciendo «cosas» para lograr un objetivo, saber que tienes a auténticos profesionales estudiando tu caso particular y que no dejan de mandarte pruebas y más pruebas, para dar con el quid de la cuestión, y sobre todo el sentirte tan acompañada y apoyada, tanto por la monitora del modelo Creighton como por otras parejas que están pasando por lo mismo que tú y evidentemente por la Doctora que lleva el caso, te hace sentirte plena y satisfecha.
Más o menos al año de empezar con el modelo Creighton y la Naprotecnología nos quedamos embarazados, de un niño que nació en junio del año pasado (2018) y se llama Martín.
No podemos ser más felices ni estar más agradecidos. Durante todo el embarazo, la Dra. Mena estuvo muy pendiente y siguiendo de cerca todo el proceso.
Por supuesto, ahora sigo registrando las gráficas del modelo Creighton, y estamos tan agradecidos y tan contentos con su eficacia, que yo he decidido también hacerme monitora del modelo. Es bueno que seamos cada vez más personas formadas para que podamos llegar y ayudar a muchas más parejas.
Creo que es algo que todos los matrimonios deberían hacer, tengan o no problemas de fertilidad. El modelo sirve para conocerse, y es un aliado para reconocer y mejorar la salud femenina. Empecé mi formación en enero y ya estoy ayudando a matrimonios mientras sigo estudiando y completando mi formación. Me siento muy agradecida de haber llegado hasta aquí y espero contribuir con mi grano de arena en esta hermosa labor.
Alejo y Cristina
Marzo 2019